“No podemos volver a casa por Navidad porque aún no nos hemos ido de ella” es el lema de las manifestaciones/concentraciones convocadas ayer en las principales ciudades de (este conjunto de pueblos que se ha dado en llamar) España con motivo del abusivo precio de la vivienda y las pocas ayudas que hay para acceder a ella.
Cada vez es más evidente que hay algo que no cuadra: en 1979 el coste de un piso era del orden de 14 mensualidades de un peón de obra (38.000 pts/mes x 14 meses=532.000 pts). El sueldo en 2006 de un universitario recién titulado en ingeniería informática sin experiencia profesional no llega a los 1.200 € mensuales. En el año 2006 una vivienda modesta cuesta 175 mensualidades (¡14 “anualidades”!) de un ingeniero informático (1.200€/mes x 175meses =210.000€).
Obviamente, no todos somos genios del MS-2. Y aunque así fuera, no dedicamos la totalidad de nuestros sueldos a la compra de la vivienda, ¡también vivimos! tenemos la mala costumbre de comer todos los días, de comprarnos ropa cuando es menester, de salir a cenar con los amigos, de echarle gasolina al coche, de llevarlo a arreglar cuando no arranca, de irnos de viaje en la semana libre que tenemos al año, de pagarnos las deudas que contraemos para pagarnos la carrera… total, que al final nos hipotecamos durante cuarenta años para tener un pisito en propiedad, sin ni siquiera saber si viviremos tanto tiempo como para pagarlo, si tendremos hijos y no cabremos ,con lo que habremos de mudarnos; o si podremos pagarlo (no sé los demás, pero yo no sé que será de mi vida a cuarenta años vista).
No cambia mucho la cosa si en vez de comprar optamos por el alquiler de un inmueble: pagar en torno a 400 € al mes, que caen en saco roto (si te vas pasado un tiempo no tienes “nada tuyo”, al comprar al menos tienes un mínimo porcentaje de tu futuro adquirido…).
Con lo cual, sea como fuere, los recientemente bautizados como “mileuristas” sobrevivimos como buenamente podemos con la mitad de nuestro sueldo. Y no nos quejemos, ¡si fuéramos presidentes de la Comunidad de Madrid no llegaríamos a fin de mes y tendríamos que comprar en Zara! Por suerte nuestros zulos no precisan de varios calefactores, y con el dinero que nos ahorramos en ellos podemos cotizar en bolsa y comprarnos el videojuego de los Sims para decorar nuestra futura casa (de la que ya hemos pagado una parte) en la que reside actualmente un tal Felipe de Borbón, hombre aficionado a la marina y a los experimentos genéticos, que planea fijar su nueva residencia bajo el puente del gijonés río Piles.
La sociedad se alarma de la generación de los de “casi 30” que aún residen en el domicilio familiar (lo que comúnmente se conoce como a la sopa boba, expresión que la asociación Anti-Mafaldiana quiere eliminar por considerarla una injuria para su elixir), pero no se siente amenazada por la especulación urbanística ni por el incipiente “Corralito” que acontecerá próximamente en esta(s) tierra(s).
Con lo que sí que ponen el grito en el cielo es con la ocupación: muchas casas sin gente, muchas gentes sin casa… ¿cómo solucionarlo? Está claro, ¡demoliendo las casas! Así de paso, tendremos a los jubilados entretenidos y no nos perturbarán contándonos historias de la Guerra Civil.
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